lunes, 20 de octubre de 2008

ERISICTON.

Estoy dándole vueltas al tema de la crisis en general y en particular a la crisis alimentaria sobre todo debido a que me han encargado dos artículos sobre ambos temas. Mi buen amigo Cuenca me mandó hace tiempo, después de una larga y etílicamente intoxicada charla sobre crecimiento, capitalismo y ética, (nos hacemos viejos, ya no hablamos de mujeres) la parte de “Las Metamorfosis” de Ovidio referida al personaje que da título a esta primera reflexión.

Adelanto que mi principal tema de reflexión y preocupación en cuanto a mi pensamiento particular del momento (la crisis alimentaria) es que por primera vez no sobran alimentos en el mundo para dar de comer a todos los humanos. Esto es un sinsentido además de una grave estupidez. Los modelos de desarrollo y la tecnología tienen por base y objetivo el satisfacer necesidades humanas. La tecnología, además, debe hacer la vida más fácil y cómoda. La estupidez estriba no ya en no poner en marcha modelos de desarrollo sostenibles sino en dejar de cumplir con su objetivo: SATISFACER NECESIDADES HUMANAS. La primera necesidad humana a satisfacer es la de la comida y la bebida. Por eso el hecho de que ocurra lo que he señalado me parece grave y estupido. Vayamos con el personaje.

Erisicton personifica a mi juicio la Humanidad en su conjunto en cuanto al modelo de crecimiento que nos hemos dado. El desprecio a la diosa Deméter (o Ceres) le llevó a un castigo aterrador. Esta diosa es la diosa de la agricultura, encargada de dar alimento a los humanos. Su historia, difícil de olvidar, debe ser recordada.

Estando como estoy en fase meditativa, merece la pena aclarar quién era Ovidio y lo que hizo en “Las Metamorfosis”. El gran poeta latino Ovidio, a partir del año 1 ó 2 d.C. compuso el poema mitológico "Las Metamorfosis". En sus 15 libros se cuentan unas 250 fábulas centradas en las transformaciones de personajes mitológicos en plantas, animales o minerales. Gran fuente de la mitología clásica, Ovidio crea historias de personajes que se han convertido en símbolos y palabras tradicionales, personajes como Licaón (de cuya capacidad para transformarse en lobo procede la palabra licántropo), Dafne (convertida en laurel para evitar el amor del dios Apolo), Hermafrodito (hijo de Hermes y Afrodita, de donde procede su nombre, y que la ninfa Sálmacis no pudo conquistar por lo que pidió a los dioses unirse a él en un único ser de doble sexo), Europa (raptada por Júpiter transformado en toro blanco), Acteón (convertido en ciervo por Diana por verla desnuda mientras se bañaba), Eco (condenada por Hera a repetir las últimas palabras que oyera), Narciso (tan enamorado de su propia imagen que murió sin poder apartarse del agua donde se reflejaba y donde se encontró la flor que lleva su nombre), Tiresias (ciego y adivino por distintos dioses), Andrómeda (que debía de ser sacrificada a un monstruo marino de Poseidón, pero Perseo la salvó matando al monstruo), Aracné (que tejía mejor que la diosa Atenea por lo que fue condenada a ser una araña), Atlas (convertido en montaña), Ariadna (hija del rey Minos, cuyo hilo sirve a Teseo para salir del laberinto cretense del minotauro, el cual era hijo de un toro y de Pasífae, esposa del rey Minos), Ícaro (de donde procede el nombre de la isla Icaria, hijo de Dédalo, que cayó por volar muy cerca del sol con sus alas de cera por no obedecer a su padre)... y otras curiosas invenciones (como la trágica muerte de los amantes Píramo y Tisbe que da color a las moras maduras o la muerte de Meleagro por su propia madre).

En el libro VIII, Ovidio cuenta la leyenda del rico Erisicton, príncipe de Tesalia y biznieto de Argos (guardián de 100 ojos que nunca dormía con todos sus ojos a la vez, hasta que Mercurio lo durmió y... bueno, esa es otra historia). Decíamos que cuenta Ovidio que la diosa Deméter (diosa griega de los cereales, las cosechas y de la agricultura, equivalente a la diosa romana Ceres) tenía un bosque sagrado en el que resaltaba una vetusta encina donde vivía la ninfa Hamadríade. Un día Erisicton decidió cortar ese maravilloso árbol a pesar de las advertencias de dicha ninfa. Uno de sus hombres intentó detenerle pero le cortó la cabeza con el hacha. Tras muchos hachazos, Erisicton consigue que la encina caiga y que la ninfa muera.

Deméter, enfadada, quería que Erisicton pasara un hambre atroz, pero no podía porque su trabajo era dar alimentos a los hombres. Por eso, le pidió el favor al Hambre, y esta horrenda diosa visitó a Erisicton mientras dormía y cumplió el deseo de Deméter. En ese momento, Erisicton despertó de hambre y empezó a comer todo lo que podía. Sin poder dejar de comer, Erisicton gastó toda su fortuna y vendió todos sus bienes, incluyendo a su hija Mnestra, que consigue escapar e intenta, en vano, ayudar a su padre que no para de comer, ya hasta las basuras que encuentra. Finalmente, el hambre hizo a Erisicton devorar sus miembros y comerse a sí mismo.

Transcribo la historia de este “actual” personaje integra (tomada de http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12257292019032617210213/index.htm )

Erisicton y su hija

Había acabado y a todos la cosa había conmovido, y su autor, 725
a Teseo principalmente; al cual, pues los hechos oír quería
milagrosos de los dioses, apoyado sobre su codo el calidonio caudal,
con tales cosas se dirige: «Los hay, oh valerosísimo,
cuya forma una vez movido se ha, y en esta renovación ha permanecido;
los hay que a más figuras el derecho tienen de pasar, 730
como tú, del mar que abraza a la tierra paisano, Proteo.
Pues ora a ti como un joven, ora te vieron un león,
ahora violento jabalí, ahora, a la que tocar temieran,
una serpiente eras, ora te hacían unos cuernos toro.
Muchas veces piedra podías, árbol también a menudo, parecer; 735
a veces, la faz imitando de las líquidas aguas,
una corriente eras, a veces, a las ondas contrario, fuego.
Y no menos, de Autólico la esposa, de Erisicton la nacida,
potestad tiene. Padre de ella era quien los númenes de los divinos
despreciara y ningunos olores a las aras sahumara. 740
Él, incluso, un bosque de Ceres, que violó a segur
se dice, y que sus florestas a hierro ultrajó, vetustas.
Se apostaba en ellas, ingente de su añosa robustez, una encina,
sola un bosque; bandas en su mitad y memorativas tabillas
y guirnaldas la ceñían, argumentos de un voto poderoso. 745
A menudo bajo ella las dríades sus festivos coros condujeron,
a menudo incluso, sus manos enlazadas por orden, del tronco
habían rodeado la medida, y la dimensión de su robustez una quincena
de codos completaba; y no menos, también, la restante espesura,
en tanto más baja toda que ella estaba, cuanto la hierba debajo de este todo. 750
No, aun así, por esto su hierro el Triopeio de ella
abstuvo, y a sus sirvientes ordena talar su sagrada
robustez y, como a los así ordenados que dudaban vio, de uno
arrebatada su segur, emitió, criminal, estas palabras:
«No dilecta de la diosa solamente, sino incluso si ella pudiera 755
ser la diosa, ya tocará con su frondosa copa la tierra».
Dijo y, en oblicuos golpes mientras el arma balancea,
toda tembló, y un gemido dio la Deoia encina,
y al par sus frondas, al par a palidecer sus bellotas
comenzaron, y sus largas ramas esa palidez a tomar. 760
En cuyo tronco, cuando hizo su mano impía una herida,
no de otro modo fluyó al ser astillada su corteza la sangre,
que suele ante las aras, cuando un ingente toro como víctima
cae, de su truncada cerviz crúor derramarse.
Quedaron atónitos todos, y alguno de todos ellos osa 765
disuadirle de la impiedad e inhibirle su salvaje hacha bifronte.
Le miró y: «De tu mente bondadosa coge los premios», dijo
el tésalo, y contra el hombre volvió del árbol el hierro
y destronca su cabeza, y, volviendo a buscar la robustez, la hiere,
y emitido de en medio de su robustez un sonido fue tal: 770
«Una ninfa bajo este leño yo soy, gratísima a Ceres,
quien a ti, que los castigos de estos hechos tuyos te acechan,
vaticino al morir, solaces de nuestra muerte».
Prosigue la atrocidad él suya, y oscilando finalmente
a golpes innúmeros, y reducido con cuerdas el árbol, 775
sucumbe y postró con su peso mucha espesura.
«Atónitas la dríades por el daño de los bosques y el suyo,
todas las germanas ante Ceres, con vestiduras negras,
afligidas acuden y un castigo para Erisicton oran.
Asiente a ellas y de la cabeza suya, bellísima, con un movimiento, 780
sacudió, cargados de grávidas mieses, los campos
y le depara un género de castigo digno de compasión, de no ser
porque él era para nadie digno de compasión por sus actos:
lacerarlo con la calamitosa Hambre. A la cual, en tanto que ella misma,
la diosa, no ha de acceder -pues no a Ceres y Hambre 785
los hados reunirse permiten-, de las de numen montano a una,
con tales palabras, a una agreste oréade, apela:
«Hay un lugar en las extremas orillas de la Escitia glacial,
triste suelo, estéril -sin fruto, sin árbol- tierra.
El frío inerte allí habitan y la Palidez y el Temblor, 790
y la ayuna Hambre: que ella a sí misma en las entrañas se esconda,
criminales, del sacrílego, ordénale, y que la abundancia de las cosas
no la venza a ella, y supere en certamen a mis fuerzas;
y para que del camino el espacio no te aterre, coge mis carros,
coge, a quienes con sus frenos en lo alto gobiernes, mis dragones». 795
Y los dio. Ella, con el dado carro sostenida por el aire,
deviene a Escitia, y de un rígido monte en la cima
-Cáucaso lo llaman- de las serpientes los cuellos alivió,
y a la buscada Hambre vio en un pedregoso campo:
con sus uñas, y arrancando con los dientes unas escasas hierbas, 800
basto era su pelo, hundidos sus ojos, palor en la cara,
labios canos de saburra, ásperas de asiento sus fauces,
dura la piel, a través de la que contemplarse sus vísceras podían,
sus huesos emergían áridos bajo sus encorvados lomos.
Del vientre tenía, en vez del vientre, el lugar; pender creerías 805
su pecho y que únicamente por el armazón del espinazo se tenía.
Había aumentado sus articulaciones la escualidez y de las rodillas henchíase
el círculo y en desmedida protuberancia sobresalían los tobillos.
A ella de lejos cuando la vio -pues no a acercársele junto
se atrevió- le refiere los mandados de la diosa, y poco tiempo demorada, 810
aunque distaba largamente, aunque ora había llegado allí,
parecióle aun así haber sentido hambre, y para atrás sus dragones
llevó a la Hemonia, tornando, sublime, las riendas.
Las palabras el Hambre de Ceres -aunque contraria siempre
de ella es a la obra- cumplió, y por el aire con el viento 815
a la casa ordenada descendió y en seguida entra
del sacrílego en los tálamos y a él, en un alto sopor relajado
-pues de la noche era el tiempo-, con sus gemelos codos lo estrecha,
y a sí misma en el hombre se inspira, y sus fauces y pecho y cara
sopla y en sus vacías venas esparce ayunos. 820
Y, cumplido el encargo, desierto deja, fecundo, ese orbe
y a sus casas indigentes, sus acostumbradas cuevas, regresa.
Lene todavía el Sueño con sus plácidas alas a Erisicton
acariciaba. Busca él festines bajo la imagen de un sueño
y su boca vana mueve y diente en el diente fatiga, 825
y cansa, por una comida inane engañada, su garganta,
y en vez de banquetes, tenues, para nada, devora auras.
Pero cuando expulsado fue el descanso, se enfurece su ardor por comer
y por sus ávidas fauces y sus incendiadas entrañas reina.
No hay demora, lo que el ponto, lo que la tierra, lo que produce el aire 830
demanda y se queja de sus ayunos con las mesas puestas,
y entre los banquetes banquetes pide y lo que para ciudades,
y lo que bastante podría ser para un pueblo, no es suficiente a uno solo,
y más desea cuanto más al vientre abaja suyo,
y como el mar recibe de toda la tierra las corrientes 835
y no se sacia de aguas y peregrinos caudales bebe,
y como robador el fuego ninguna vez alimentos rehúsa
e innumerables troncos crema, y cuanto provisión mayor
le es dada, más quiere y por su multitud misma más voraz es:
así los banquetes todos de Erisicton la boca, el profano, 840
acoge, y demanda al mismo tiempo: alimento todo en él
causa de alimento es, y el lugar queda inane, comiendo.
Y ya de hambre y por la vorágine de su alto vientre
había atenuado sus riquezas patrias, pero inatenuada permanecía
entonces también su siniestra hambre y de su inaplacada gola 845
seguía vigente la llama; al fin, tras abajarse a las entrañas su hacienda,
una hija le quedaba, no de ese padre digna.
A ella también la vende indigente: un dueño, noble ella, rehúsa,
y, vecinas, tendiendo sobre las superficies sus palmas:
«Arrebátame a mí de un dueño, el que los premios tienes de la virginidad 850
a nos arrebatada», dice; esto Neptuno tenía,
el cual, su súplica no despreciada, aunque recién vista fuera
por su amo que la seguía, su forma le renueva y un semblante viril
le inviste y de atuendos para los que el pez capturan aptos.
A ella su dueño contemplándola: «Oh quien los suspendidos bronces 855
con un pequeño cebo escondes, moderador de la caña», dice,
«así el mar compuesto, así te sea el pez en la onda
crédulo y ningunos, sino clavado, sienta los anzuelos:
una que ora con pobre vestido, turbados los cabellos,
en el litoral este se apostaba, pues apostada en el litoral la he visto, 860
dime dónde esté, pues no sus huellas más lejos emergen».
Ella, que del dios el regalo bien paraba, sintió, y de que por sí misma
a sí le inquirieran gozándose, con esto replicó al que le preguntaba:
«Quien quiera que eres, disculpa: a ninguna parte mis ojos
desde el abismo este he girado, y con ardor operando, en él estaba prendido. 865
Y por que menos lo dudes, así estas artes el dios de la superficie
ayude, que ninguno ya hace tiempo en el litoral este,
yo exceptuado, ni mujer se ha apostado alguna».
Lo creyó, y vuelto su dueño el pie, con él hundió la arena,
y burlado partió: a ella su forma devuelta le fue. 870
Mas cuando sintió que la suya poseía unos transformables cuerpos,
muchas veces su padre a dueños a la Triopeide la entregó, mas ella,
ahora yegua, ahora pájaro, ora vaca, ora ciervo partía,
y le aprestaba, ávido, no justos alimentos a su padre.
La fuerza aquella, aun así, de su mal, después que hubo consumido toda 875
su materia, y había dado nuevos pastos a su grave enfermedad,
él mismo, su organismo, con lacerante mordisco a desgarrar
empezó, e, infeliz, minorándolo, su cuerpo alimentaba.
«¿A qué demorarme en extraños? También para mí, la de muchas veces renovar
mi cuerpo, oh joven, fue en número limitada, mi potestad: 880
pues ora el que ahora soy parezco, ora me giro en sierpe,
de la manada ora el dirigente, mis fuerzas en los cuernos asumo...
Cuernos mientras pude. Ahora esta parte otra carece del arma
de la frente, como tú mismo ves». Gemidos siguieron a esas palabras

lunes, 7 de enero de 2008

ENTRE TODOS LA MATARON Y ELLA SOLA SE MURIÓ


Cada vez que paso por Sumacárcer me llama la atención su cementerio por los panteones que se adivinan detrás de los muros de ese camposanto. Sin duda, esa opulencia tendrá algo que ver con los buenos años de la citricultura en la comarca. Si no recuerdo mal, la zona era conocida como “el triangulo de oro”. Algo parecido ocurre con las iglesias de los pueblos de la zona de las Cotswolds en Inglaterra. Esas iglesias fueron construidas con parte del dinero que ganaron los ganaderos con la venta de la lana de sus ovejas. El sector de la lana de los Cotswolds ya forma parte de los libros de historia. Nuestra citricultura también, de hecho el color de los economistas españoles es el naranja en honor a que fue el fruto que equilibró nuestra balanza de pagos. También es naranja el color de los suplementos de economía de los periódicos donde todavía aparece la naranja como parte de nuestra economía.

El sector que sí está solamente en los libros de historia es el de la seda valenciana. El territorio estaba colmado de moreras para dar de comer a los gusanos. El testimonio de aquello lo dan las chumberas. Las chumberas no son originarias de la zona sino que se trajeron para alimentar a cochinillas. Las cochinillas se utilizaban para tintar la seda. De todo aquello sólo quedan algunas moreras, las chumberas (con los higos chumbos) y los niños que cada año juegan a criar los gusanos.

Lo único que siempre permanece es el cambio y malas son las sociedades que no se evolucionan y se adaptan a ese cambio. Es bueno recordar las palabras de Maquiavelo: “Nada hay más difícil de emprender ni más peligroso de conducir que tomar la iniciativa en la introducción de un nuevo orden de cosas; porque la innovación tropieza con la hostilidad de todos aquellos a quienes les sonrió la situación anterior, y sólo encuentra tibios defensores en quienes esperan beneficios de la nueva”.

Lo digo porque parece que los naranjos siempre han estado ahí y la posibilidad de que se abran nuevas oportunidades de desarrollo hace que los ayatolas se rasguen las vestiduras. ¿Qué les parece la idea de convertir a alguno de nuestros citricultores en cultivadores de césped? En lugar de vender la tierra a una empresa para construir el campo de golf y casas, construyan ustedes mismos el campo de golf pero con un hotel de cinco estrellas con spa, ruta temática por los sistemas de riego y cultivo tradicionales incluyendo parada para ver el azud. A muchos seguro que no les gusta la idea (es por el campo de golf, ¿a que sí?). Les daré otra. ¿Qué les parece convertir a alguno de nuestros citricultores en guardianes ambientales y de las esencias? El proyecto también incluye hotel de cinco estrellas, spa, ruta temática pero además hay granja escuela para ver las especies autóctonas. Todo esto también debe conllevar una buena oferta gastronómica. No sé si son conscientes de los puestos de trabajo que puede generar esto y la calidad de esos puestos de trabajo si los dueños de lo medios de producción son los mismos trabajadores. Conozco agricultores ingleses que han conseguido que personas que viven en las ciudades paguen una libra por pasear por su finca. Alguna de estas fincas llega a recibir más de 200.000 visitas en un año. Todas esas personas van allí, visitan, comen, algunas se quedan a dormir, otras compran productos, muchas de ellas van con niños, etc.

Cada año, oímos (y no escuchamos) las mismas noticias: la campaña citrícola ha sido un desastre y los precios pagados a los agricultores han sido bajísimos. Digo oímos y no escuchamos porque a la mayoría nos preocupa poco que el agricultor reciba un precio justo por sus productos si a nosotros la cesta de la compra nos sale más barata. Bien que nos estamos quejando este año por los precios de la leche, el pan, los huevos y otros artículos de primera necesidad. Otro asunto es qué porcentaje de la subida revierte al agricultor. Pero seamos sinceros, ¿nos quejaríamos menos si el cien por cien de la subida fuese a parar a manos del productor? Otra pregunta interesante es ¿Quién diantre es el productor? El sector está en crisis y se enfrenta a cambios. También sufriría cambios si no estuviese en crisis pero quizá no serían tan traumáticos. Se ha dicho que la raíz del problema es un desajuste tanto cualitativo como cuantitativo entre la oferta y la demanda. Tampoco me sirve eso de que “tenemos el mejor el producto y nos falta encontrar el mercado”. Opino que es un poco más complejo.

No pretendo descubrir nada en este documento pero los problemas que sufren la citricultura en particular y la agricultura en general deben ser analizados desde varios puntos de vista. Centrándonos en la citricultura, para entender la situación, ésta debe ser analizada como mínimo desde cuatro perspectivas: producción, valor, demanda y social.

Desde el punto de vista productivo, nuestras estructuras son en general inviables económicamente. Existen empresas con grandes fincas y con un alto grado de mecanización pero la norma es el minifundio. Este minifundio está unido a un monocultivo atroz. Digo monocultivo porque para el consumidor final todas las naranjas son iguales, independientemente de la variedad. Muchas personas opinan que la mandarina es una naranja pequeña. Minifundio y monocultivo casi implican que la única posibilidad de competir sea reduciendo costes para poder ofrecer el producto al menor precio posible como consecuencia del gran número de productores y los pocos distribuidores que serán los que decidan el precio que pagan (en el supuesto de que paguen). Así, vemos que los citricultores compiten entre ellos si no llevan la cosecha a una cooperativa. Las cooperativas compiten entre ellas. Al final, la única posibilidad de colocar un productor no diferenciado es siendo el más barato.

La cosa se pone más difícil todavía si analizamos la estructura de costes de esas explotaciones. Hace años, el coste de la mano de obra era tan bajo que la actividad era rentable. El período dorado de la citricultura coincide con el de la emigración a las ciudades y al extranjero. Mi padre cuenta como el dueño de la finca donde iba a recolectar antes de emigrar a Francia se encendía los puros con billetes delante de ellos. ¿Cuántos pisos se compraron y cuántas carreras se pagaron a los hijos vendiendo una hanegada de cítricos? Después, al subir el precio de los jornales, lo que se obviaba era el beneficio empresarial. Hoy, ni eso. Además, es obligado tener en cuenta el coste de los otros factores productivos que también han subido.

Por otro lado, y para complicarlo más tenemos exceso de oferta. Producimos más de lo que podemos vender. Este hecho no es nuevo. Ya se sabía que iba a pasar. Teníamos los datos de venta de plantones y no hicimos nada. En este sentido, siempre me ha hecho pensar porque los citricultores sólo aprovechan el fruto y no, además, otras partes del árbol como puede ser flores u hojas para la obtención de esencias (los cítricos pertenecen a la familia botánica de las Rutáceas que son muy importantes para el sector de la perfumería y cosmética). También es curioso como la inmensa mayoría de la producción va a venta en fresco y la producción de derivados (zumos, conservas, licores, etc.) es relativamente poco importante. Fueron los japoneses los que inventaron la conserva de gajos de satsuma. Hablando de futuro, parece que la pulpa de naranja tiene posibilidades de aprovechamiento para fabricar biocombustibles. Veremos cuántos estudios encargan los productores para analizar esa viabilidad y cuántas industrias se montan en el territorio.

El último aspecto que, a mi modo de ver, configura el análisis de la producción es el fenómeno de la agricultura a tiempo parcial. Por eso, antes me preguntaba quiénes eran los productores. ¿Cuántos años hace que la citricultura tal y como la conocemos hubiese desaparecido si algunas de las personas que se autodenominan citricultores viviesen exclusivamente de las rentas que obtienen de sus explotaciones? Dentro de este aspecto, también resulta interesante analizar cuántos contratos de compra – venta oficiales entre productores y comerciantes se firman cada año en este sector. ¿Alguien se acuerda del Mercado de Futuros de Cítricos de Valencia como herramienta para garantizar los precios a los productores?

El segundo de los puntos de vista a considerar es el del valor. Es un error confundir valor, precio y coste. Los productos no valen lo que cuestan sino lo que las personas estamos dispuestos a pagar por ellos. Así, si lo que los consumidores o clientes estamos dispuestos a pagar por un producto supera su coste diremos que el producto está generando valor. El análisis de la cadena de valor es una de las herramientas más poderosas para detectar puntos fuertes y débiles en una empresa. Los resultados de dicho análisis aplicado a nuestro sector citrícola darían un resultado descorazonador. El análisis estudia el proceso de obtención del producto hasta su venta (incluida). El precio de las naranjas y mandarinas en los supermercados de tipo medio en el centro de una ciudad ronda el euro por kilo el día que escribo estas líneas (al final del mes de diciembre de 2007). ¿Pagarían ustedes un euro por un kilo de naranjas si en lugar de ir al supermercado tuviesen que ir al bancal a conseguirlo y para conseguir sólo ese producto? Una gran parte de la generación de valor de estos productos está en la distribución de los mismos y en la puesta a disposición de los consumidores junto al resto de los artículos que componen la cesta de la compra en un mismo lugar. Por eso no entiendo que los productores no adopten de forma decidida acciones para acercarse al consumidor final. Me refiero a un acercamiento tanto en el sentido de aproximar el producto al consumidor físicamente por parte del productor como a la adecuación del producto a los requerimientos de ese consumidor.

El siguiente lado del prisma que debemos mirar es el de la demanda del producto. Siempre digo que las personas hacemos lo que creemos que nos conviene y que compramos aquello que satisface nuestras necesidades. ¿Se han parado a mirar cuántas frutas distintas podemos encontrar en la sección de frutas y verduras junto a las naranjas y a las mandarinas? ¿Cuántas veces han comprado este año naranjas y mandarinas en el supermercado? He dicho comprado no comido. Si se las regalan no vale. El valor del producto para ustedes en ese caso es cero. ¿Recuerdan el párrafo anterior? En Nochebuena y Navidad ¿comieron ustedes naranjas o piña? Si salen ustedes a cenar, ¿de postre piden naranjas preparadas? ¿Por qué los regímenes insisten en que se coma piña o cualquier otra fruta en lugar de poner naranjas y cualquier otra fruta? ¿Por qué los expertos que trabajan en el territorio insisten en que el kiwi es buenísimo como aporte de vitamina C y para mejorar el tránsito intestinal? ¿Por qué nadie dice nada cuando se anuncian pastillas con sabor a naranja como complemento vitamínico? ¿Por qué compramos esas pastillas aquí, las consumimos y lo que es peor, se las damos a nuestros hijos? ¿Cuántos zumos de naranja recién exprimida se han tomado este año? ¿Cuántos zumos de naranja recién exprimida les han dado a sus hijos este año? ¿Qué significa eso de que hay que comer cinco piezas de fruta a la semana? Hay que comer naranjas valencianas, plátanos de Canarias, melocotones de Calanda, cerezas del Jerte o de Alicante, etc, pero digáse. No es lo mismo que comer kiwis de Nueva Zelanda o piñas tropicales o papayas o mangos o … ¿Cuántos paquetes de zumo de naranja procedente de zumo concentrado congelado de Brasil (sean de la empresa que sean) han comprado este año? ¿Cuántas veces les han puesto a sus hijos una mandarina en la merienda o en el almuerzo? Contesten a estas preguntas para si mismos que tienen las naranjas y las mandarinas al abasto. Luego piensen en un consumidor europeo que las compra por unidades y tiene mucha más oferta de fruta y verdura de todo el mundo que nosotros en el supermercado.

El olor a azahar en las noches de verano, una naranja en su punto justo de equilibrio ácido / azúcar, el hecho de pelarla y oler sus aceites esenciales o el zumo de naranja natural recién exprimido son lujos absolutamente prohíbitivos para la mayoría de los europeos. Yo los comparo con el jamón ibérico de bellota, los buenos vinos de España, la inmensa variedad de quesos que nos ofrece nuestro país o los panes tradicionales recién hechos que podemos encontrar en el horno de la plaza o del barrio. A propósito, ¿hace mucho que llevaron a sus hijos a comer una hamburguesa a un centro comercial?

Para terminar, no podemos obviar el aspecto social de nuestra citricultura para entender el estado en el que se encuentra. Ya he apuntado alguna cuestión que ahora repetiré pero considero que deben ser incluidas en este punto de manera diferenciada porque sin ellos no es posible hacerse la idea completa de la situación. En primer lugar, el fenómeno de la agricultura a tiempo parcial. No se entendería el sector tal y como está con agricultores que obtuviesen sus rentas integras de esta actividad. Se hubiera transformado de manera radical (radical viene de raíz, no tiene nada que ver con posturas extremistas) o hubiera desaparecido.

En segundo lugar, como origen de la agricultura a tiempo parcial y del minifundio, existe una profunda vinculación con la actividad citrícola de una parte de la población de nuestro entorno. Estas personas heredaron la tierra de sus padres que las parcelaban para dar una parte de tierra a cada uno de sus hijos con el objeto de que ninguno pasara hambre (esto contrasta con, por ejemplo, la figura del hereu en Cataluña). Estas personas se dedican a lo que la vida les ha permitido y ellos han conseguido. Muchos de ellos ni siquiera viven en la zona. La tierra tiene para ellos un valor sentimental. Es como un jardín donde florecen las esencias de sus antepasados, si se me permite la comparación becqueriana. Luego para entender su vinculación y permanencia en esta actividad en necesario añadir factores de tipo emocional y afectivo. Esto explica que sigan cultivando aunque pierdan dinero.

En tercer lugar y para terminar, es necesario reconocer que la agricultura ya no es un sector estratégico para nuestra economía ni en términos de Producto Interior Bruto ni en términos de empleo. Esto provoca el efecto apuntado en el cuarto párrafo de este pequeño divertimento. A la mayoría de la población no les preocupa realmente el sector. Ha dejado de ser importante. No ocupa la agenda real. Hablamos de otras cosas que si suponen empleo y riqueza para mucha más gente. Debemos reconocer eso.

Éstos son, desde mi punto de vista, los factores más importantes (soy consciente de que se podrían incluir más matices) que explican la situación actual en la que está inmerso el sector citrícola valenciano y estoy convencido de que irá a peor. Mientras tanto, les propongo que si leen esto a media mañana o a media tarde se despidan del mismo como se merece y se preparen un buen zumo de naranja recién exprimido para celebrarlo. Si lo hacen antes de preparar la comida o la cena, les sugiero que de postre pelen unas naranjas y les pongan por encima miel, canela y chocolate negro. Por último, el año que viene, en lugar de doce uvas ¿qué tal si lo despiden con doce gajos de mandarina? Les aseguro que engorda bastante menos. Quizá, si todos lo hiciéramos las pondríamos caras.
David B. López Lluch

Doctor Ingeniero Agrónomo
(Universidad Miguel Hernández)
MSc in Business Management in the Agriculture and the Food Industries
(Royal Agricultural College, Reino Unido)
Master en Dirección de Cooperativas Agrarias
(CEGEA, Universidad Politécnica de Valencia)